viernes, 29 de abril de 2011

El árbol


Durante años, de niño, preguntó a sus padres por qué llamaban Árbol del Ahorcado al chopo negro del huerto. Remisos, esquivos, o favorables al silencio, mantuvieron obstinadamente la razón de su secreto. No fue hasta que ellos murieron y él se hizo viejo, solitario y huraño cuando decidió bravamente poner fin a tan largo misterio.

domingo, 24 de abril de 2011

Camisas de fuerza


Llegaron hasta el interior de mi celda y me inmovilizaron con bruscos y autoritarios gestos. Uno de ellos, el más fornido, me embutió en una camisa de fuerza. Quise gritar, pero rápidamente aquellos locos de bata blanca me taparon la boca con una gasa.

lunes, 18 de abril de 2011

Jaque Mate


          Entonces, en sucesivas y rápidas acometidas, arrinconé contra un flanco del tablero las últimas piezas de su gastado ejército, sellando cuidadosamente toda posible huida por sorpresa.
Mirara donde mirara, ni mis peones ni mi alfil ni mi reina iban a poder defenderme del desastre que me aguardaba. Tenía la partida perdida, y ofrecerle tablas a mi oponente era una avenencia superflua. Con un solo movimiento de su alfil, la cabeza de mi rey rodaría como una pelota sobre el arlequín de la tabla.
Esta vez no tuve compasión. Con un concentrado empuje, adelanté un escaque mi alfil, y (en lugar de una) vi caer con estrépito dos regias y sanguinolentas cabezas.

miércoles, 13 de abril de 2011

El primer beso


Un apuesto joven al que besó en los labios con dulzura la trasladó en un instante al mundo de cuando era niña y soñaba con príncipes azules y castillos de cuento. Ese beso era su primer beso, y sabía a caramelo de menta, a espuma de cielo, a maravilla de ensueño. Con los ojos cerrados, como un animalito sin voluntad, se dejó llevar. No quiso pensar, ni discurrir, ni razonar. Sólo sentir. Sentir su temblor, su espasmo por dentro y las sacudidas de su cuerpo vibrando de bienestar… Entonces, de repente, notó una aspereza, como una leve hosquedad. Abrió los ojos despacio, y horrorizada, en lugar de gritar sólo pudo croar.

lunes, 11 de abril de 2011

Antón Arrufat

Antón Arrufat (Santiago de Cuba, 1935) es poeta, escritor y dramaturgo. Perteneció a la hornada de jóvenes literatos que se pusieron al servicio de la Revolución cubana a partir de 1959. En este sentido se integró en el equipo de redactores del magazine literario Lunes de Revolución que fundó y dirigió Guillermo Cabrera Infante hasta su cierre en 1961(en Cuerpos divinos y La ninfa inconstante están novelados por el propio Cabrera Infante algunos de los episodios más descacharrantes de esos inicios literario-culturales). Marginado de la vida cultural después de la publicación de la obra teatral Los siete contra Tebas, Arrufat ha ido ganando con el tiempo un considerable aprecio por parte de la crítica nacional e internacional (Andrés Trapiello, sin ir más lejos, lo ha elogiado en diversas ocasiones e incluso lo saca en uno de los tomos de su Salón de pasos perdidos, a propósito de su primer viaje a Cuba, en donde tuvo ocasión de pasear y disertar sobre lo divino y lo humano de la mano de Arrufat, por las calles de una Habana vieja y decadente persiguiendo libros de lance y desmitificando historias de la revolución). Su labor cuentística está desplegada en libros como De las pequeñas cosas, o El envés de la trama, aunque la más apegada al género del microrrelato se encuentra recogida en Ejercicios para hacer de la estirilidad virtud.


Estos son los tres micros que he seleccionado. Espero que disfrutéis de su lectura:


                                                                                I

A nadie permitió tocar el cadáver. Fue quien lo lavó y lo vistió. Fue quien lo cargó y lo depositó en el féretro. Fue quien compuso las inscripciones en las cintas de las coronas y arregló las ofrendas. Fue quien salió de la cámara mortuoria, se marchó a su cuarto y cerró la puerta.

                                                                                II
La continuidad del mundo era la mayor sorpresa que lo esperaba al despertar y saltar de la cama.
                                                                                III


Mata tranquilo una mosca, y lo entristece la mariposa que muere en la luz de su lámpara.


(Antón Arrufat: Ejercicios para hacer de la estirilidad virtud, Algaida, Colección Calembé, 2006)

miércoles, 6 de abril de 2011

Seres y enseres


A mi madre le gusta recoger cosas estropeadas y rotas y subirlas a casa. Así lleva toda la vida, acarreando muebles destartalados y enseres que nadie quiere: la cama donde duermo, pilas de platos desportillados, macetas sin plantas, la tele en blanco y negro, mi colección de soldaditos de plomo quemados, mi madelman sin cabeza, mis libros de cuentos de segunda mano, el gato con un nudo en el rabo... ah, y un abrigo de pana raído con un señor bajito dentro, que no sé para qué lo quiere, pues aparte de pasarse el día entero sentado en una butaca, ni nos mira ni nos habla.

lunes, 4 de abril de 2011

Revista Narrativas

En el número 21 de la Revista narrativas se publican tres de mis microrrelatos. Podéis leerlos aquí:

● Ensayo
Las voces narrativas en “El hereje” o la novela vital, por Pablo Lorente Muñoz
En busca de localidades que valgan: el enigma del individuo en Montoya y Azuela, por Michael Abbott
Jeannie Deans: La heroina de las “Waverley Novels”, por Enrique García Diaz
“El Común Olvido”: ¿Una crítica al discurso nacionalista?, por Soledad Mocchi
 
Relatos
Inescrutables itinerarios del odio, por Olga Bernad
Cuando estamos en casa, por Fernanda Trías
El experimento Niklaus. Estado de la cuestión, por José Mª González Serna
En la isla, por Alejandra Darriulat
Cardinal, por Lucía Lorenzo
Los inquilinos, por Juan Ramírez Biedermann
Nada por aquí, por Fernando García Maroto
Microrrelatos, por Rosana Alonso
El extraño caso de polífono y lo que con él sucedió, por José Agustín Solórzano
Los padres, por David Bombai
Entrevista virtual a Dostoievsky, por Víctor Montoya
Pledge, por DrK
Inconveniente, por Enrique Pérez Rodríguez
El peligroso lado oscuro de la soledad, por Jonatan Frías
Microrrelatos, por Pedro Peinado Galisteo
La vaca tuerta, por Ramón Araiza Quiroz
La palabra, por Gabriel Guerrero
Wolf, por Luis Topogenario
Correspondencia nicaragüense (VIII), por Berenice Noir
Dos pájaros de un tiro, por Carlo Reátegui Avilés
La pala roja, por Jorge Serra
Ultracortos, por Daniel Sánchez Bonet
A golpe de templanza, por JC Martin
Relatos, por Iria López
Alma y su pequeño león, por María Aixa Sanz
Control, por Pablo Llanos
● Novela
Marea de sangre (Capítulo I), por José Luis Muñoz 
● Narradores
Leopoldo de Trazegnies Granda

● Miradas
Destinos literarios: Óxford, por Carlos Pérez Vaquero
Jaroslav Seifert, poeta por excelencia, por Víctor Montoya
Caminos de futuro de la literatura infantil y juvenil a través de los premios SM 2010: “Historia de un se­gundo” de Jordi Sierra i Fabra y “Mujer mirando al mar” de Ricardo Gómez, por Pablo Lorente Muñoz
 
● Entrevista
Nerea Riesco y su Elefante de marfíl, por José Luis Muñoz

● Reseñas
“Todo nada” de Brenda Lozano, por Rolando Ramiro Vázquez Mendoza
“Los libros de plomo” de Fernando Martínez Laínez, por José Luis Muñoz
“Suegras. Relatos breves sobre el gran enemigo” de VV.AA, por Luis Borrás
“Historias de locos” de Miguel Sawa, por María Dubón
“El oficinista” de Guillermo Saccomanno, por José Luis Muñoz
“Marea de sangre” de José Luis Muñoz, por Carlos Manzano
“La balada del trampero sentimental” de Damián Torrijos, por Luis Borrás
“Ángeles negros” de José Vaccaro Ruiz, por José Luis Muñoz
“Crónicas del desamor” de Elena Ferrante, por María Aixa Sanz
“El elefante de marfil” de Nerea Riesco, por José Luis Muñoz
“Alarido de Dios” de José Miguel Vilar Bou, por Óscar Bribián
“Fall River” de John Cheever, por José L. Muñoz
“Niños en su cumpleaños” de Truman Capote, por María Aixa Sanz
“La hija de Cleopatra” de Michelle Moran, por José Luis Muñoz
“La logia de los anillos de amatista” de Jorge Colombo, por Iris Uribarri