En un periódico leo un anuncio por palabras que me deja perplejo. Alguien ofrece cambiar una pulga amaestrada por una gallina políglota. No sabía que existieran pulgas amaestradas, y quiero pensar que se trata sólo de una broma, aunque por si acaso no le he dicho nada a la Sra. Krugger, mi gallina políglota.
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