A veces, mi hermana gemela y yo intercambiamos nuestros trabajos. Ella se pone mi toga negra y yo me visto de enfermera. La gente nunca nos distingue, ni siquiera nuestros maridos, aunque en el fondo somos muy diferentes. Ella, por ejemplo, detesta las mandarinas, y a mí, en cambio, me chiflan. Tampoco le gustan los museos ni las campanas de las iglesias. Mi temperamento es frágil y melancólico, de vuelo sensible y quebradizo; y el de mi hermana es hosco, duro como una columna de piedra. Por eso cuando llega el vencimiento de una demanda que tengo que resolver con extrema dureza, no dudo en llamarla para que se enfunde mi toga y vaya corriendo a la audiencia. A diferencia de mí, ella no siente ninguna pena de los acusados a los que condeno. Ni sufre cuando les lee mis funestas, dolorosas sentencias.
(Este micro fue finalista del III concurso de microrrelatos sobre abogados, en el mes de diciembre de 2010)
Te merecías el premio. El micro es muy profundo y repleto de ironía.
ResponderEliminarQué descubrimiento!
Saludos.
María: bienvenida. Coincido contigo en que el micro está lleno de ironía y de abismo. El descubrimiento es mutuo. Gracias.
ResponderEliminarEs muy bueno Ricardo. Ten paciencia y constancia con ese concurso que de vez en cuando suen ala flauta de la calidad ;)
ResponderEliminarTe enlazé en mi blog
Un abrazo