Los vi merodeando de noche alrededor de la playa. Pero otra vez estaban completamente borrachos y no se asustaron de mi enorme cola de pez ni de mis trenzas peinadas de escamas. Entonces me sumergí. No quería ver cómo otra vez se echaban a reír mientras me señalaban, gritando que yo no era nada, nada, nada…
Nada hay peor que no ser. Que no te dejen ser siquiera.
ResponderEliminarMuy bello, Ricardo.
Abrazos
Y cuánto dependemos de los demás para llegar a ser... Más, si cabe, en la literatura, donde el ser de un personaje se hace con la lectura de todos.
ResponderEliminarUn beso, Gemma.
Esa es la sensación que provoca el microrrelato Ricardo: belleza, es bello.
ResponderEliminarY estoy de acuerdo con las apreciaciones de Gemma y las tuyas.
Un abrazo
Gracias, Rosana, por coincidir una vez más.
ResponderEliminarBesos.