jueves, 10 de marzo de 2011

Casi perfecto


Con este amargor tan extraño que destila nuestro hijo Mario, ya no hay quien pueda. Su madre y yo lo hemos intentado todo. Pero unas veces por un motivo, y otras por otro, no hace falta siquiera que abra la boca para expresarnos calladamente que nos detesta. Últimamente, como una mala cosa que lo apresara de pronto, se encierra en su cuarto para no vernos. Está claro que algo grave aguijonea su débil disposición de ánimo. Tal vez la culpa es nuestra, por sobreprotegerlo. Pero si no fuera por eso, y porque está a punto de cumplir cincuenta años, sería un hijo modélico, casi perfecto.

6 comentarios:

  1. Un hijo modélico. Claro que sí.

    Me encanta.

    ResponderEliminar
  2. Gracias María, hijos así cada vez hay más... no se van de casa o porque no pueden o porque no quieren. Y los padres ya no son como los de antes.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Yo conozco un caso real, el hijo tenía 54 años. Para que veas

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Esto que dices, Rosana, sí que no me lo esperaba. Pero, en fin, a veces la vida y la literatura son como dos estancias simétricas.
    Un abrazo para ti, y mil gracias, de verdad, por tus comentarios.

    ResponderEliminar
  5. Bueno, una adolescencia un poquito prolongada... El mío es tal como tú lo describes, tiene 17.

    ResponderEliminar
  6. ¡Qué difícil es la adolescencia! Pero qué importante, casi todo lo fundamental ocurre en esa etapa. Por fortuna es pasajera. El protagonista de mi micro es excepcional, una rareza.
    Gracias, Elisa, por tu comentario, y bienvenida.

    ResponderEliminar