A mi mujer no le gusta que le fastidie sus estrategias. Se pone furiosa, se sube por las paredes o se ovilla sobre sí misma para no verme. A veces, incluso se esconde debajo de la cama o se mete en el armario del dormitorio y se queda allí dentro, enfurruñada, horas y horas. Nuestras hijas, no soportan sus malos humores, y en cuanto crezcan se irán de casa. Yo, en cambio, tengo que cuidarme muy mucho de no contrariarla, y si me pide que le atrape una mosca, voy rápidamente hasta la terraza y con parsimonia tejo una red preciosa. Y luego espero, espero. Pacientemente. Como muerto. En el centro.
Muy fantástico. Resulta impresionante e impredecible.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tanto pensar en que relato hacer con esa frase que había que empezar y,a merecio la pena jajaj es muy distinto al que me contastes en un principio,aunque es verdad que me dijistes que lo habias deshechado,no se me da muy bien empezar de cero con un relato,pero a lo mejor te escribo un día uno :)
ResponderEliminarMaría, estoy muy contento con este micro. Por el contraste que tiene de ternura y terror.
ResponderEliminarUn abrazo. Y gracias por tus palabras.
Juanma, es verdad que pensé una cosa y me salió otra, pero escribir tiene esas cosas: te descubre siempre otras posibilidades que no pensabas. Y a ver si te atreves y te lanzas a escribir algo. Pero lo primero es pulir la ortografía.
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