LA MOSCA
Me estaba molestando una mosca. Yo la espantaba, pero ella volvía, así que la volvía a espantar. Finalmente, me dijo:
-Con que no, ¿eh? Vale, esperaré a que…
Se apartó un poco y se posó sobre un perro muerto.
-¿A qué? –pregunté.
No contestó. Y yo no insistí, temiendo conocer ya la respuesta.
(Slawomir Mrozek, La mosca, Acantilado, traducción de Joanna Albin, Barcelona, 2005)
(Slawomir Mrozek, La mosca, Acantilado, traducción de Joanna Albin, Barcelona, 2005)
Fantástico micro.
ResponderEliminarUn saludo.
Mrozek es fina ironía. Cuando uno lo lee, la sonrisa es permanente.
ResponderEliminarSaludos, María.
Gracias, es una de mis lecturas pendientes.
ResponderEliminarA Mrozek hay que hacerle un monumento grande, por su gusto por lo pequeño.
ResponderEliminarUn saludo Rosana.