Era tan linda, tan bella, exhalaba una nobleza de formas tan delicada, su cuello era tan estilizado y grácil, sus labios encarnados tan bien perfilados y el dibujo de sus pechitos tan sucintamente redondeado debajo de su blusa, me gustaban tanto su talle, sus piernas, la largura de los dedos de sus manos, el níveo y suave color de su piel caucásica, las trenzas ambarinas cayéndole a uno y otro lado de su menuda cabeza, me tenía tan fascinado, deseaba tanto y tanto su apetecible cuerpo que ya no pude resistirme más y, a empellones, la saqué de su jaula para devorarla, igual que hacía siempre con las otras inocentes niñas que capturaba.
Escribiste una pieza que está a caballo entre el micro de terror y el cuento infantil.
ResponderEliminarFantástico, Ricardo.
Saludos
Gracias, Gemma. Es verdad que hay algo de las dos cosas. Los cuentos infantiles y los de terror no son tan disímiles, y en el fondo se nutren de elementos comunes: el descubrimiento del bien y del mal, la vulnerabilidad, la inocencia, el miedo... ¿Quién, de niño, no se ha estremecido con el cuento de Hansel y Gretel, o con el de Caperucita
ResponderEliminarUn abrazo.
Puf...es espeluznante, sobre todo el contraste entre el principio que provoca casi ternura por el gigante y el final tan brutal. Pero lo mejor es esa inocencia con la que se come a las niñas, quiero decir has conseguido transmitir esa inconsciencia del personaje respecto al mal o bien de sus acciones.
ResponderEliminarUn abrazo
Rosana, cuánto me alegro de que disecciones tan bien los intríngulis del micro, pues es cierto que se mueve entre la delicadeza y la brutalidad, pero es que los relatos de terror que se agazapan al principio para coger desprevenido al lector.
ResponderEliminarAh, y por cierto, muchas felicidades por tu ReC de esta semana. Vas a batir el record de finales.
Ojalá coincidamos en alguna.
Un abrazo.
Ojalá y no solo eso , ojalá coincidamos en la anual. Sería la pera limonera ;)
ResponderEliminarUn abrazo