La echadora de cartas extiende los naipes sobre la mesa e instantáneamente me mira con alarma.
A renglón seguido, con una docilidad pasmosa, se deja apretar la garganta.
En mi descargo, sólo puedo alegar que ambos cumplimos fielmente el riguroso designio escrito en sus cartas.
Mejor no recurrir a ese tipo de cartas...
ResponderEliminarBesitos
PD: Espero que no te moleste, pero sin el último párrafo queda un micro de impacto.
Elysa, muchas gracias por tu sugerencia. La voy a tener en cuenta, y no me molesta para nada. A veces sobran palabras. La cuestión es saber limpiar bien. Un beso
ResponderEliminarMe gusta.
ResponderEliminarImpactante la "docilidad pasmosa" con la que permite que se cumpla su destino.
Un abrazo.
Un micro de resolución sorprendente.
ResponderEliminarAbrazos,
PABLO GONZ
Juglar, si las echadoras de cartas creen en el destino, a ésta no le quedaba más remedio que aceptarlo. Probó su propia medicina. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarPablo, me alegra que te haya gustado el final. Aunque lo que comenta Elysa también me parece interesante, deja el micro más limpio. Un abrazo.
Inquietante... No hay más que decir porque todo ya está dicho.
ResponderEliminarBrillante.
María: me alegro que te haya resultado inquietante... y brillante. No quería adornar mucho el micro.
ResponderEliminarBesos.