martes, 1 de noviembre de 2011

Decoro

Aquel viejo tenía la barba rala y el pelo sucio. Despedía un olor nauseabundo, a ajo y cianuro. Vestía ropas gastadas, llenas de lamparones, propias sin duda de una existencia mísera y descuidada. Con más compasión que asco, mi jefa y yo procedimos a lavarle el pelo con un champú afrutado, a recortarle cuidadosamente la barba y a perfumarlo con una buena loción. Contra la pringue del traje poco pudimos hacer, excepto darle un rápido cepillado que mejorase algo su desdoro. Finalmente quedamos satisfechas con el resultado, y aquel pobre hombre pudo asistir con decoro a su entierro.

6 comentarios:

  1. Una imagen poderosa y triste de la caridad (la de la narradora, entiendo). Muy apropiado para estas fechas.
    Abrazos.

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  2. Susana: lo dice la narradora, "con más compasión que asco", cuando trata de mejorar el aspecto del viejo. Para estas fechas hay temas muy literarios, aunque yo escribí este micro en pleno verano. Un fuerte abrazo.

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  3. Si es que el decoro siempre es importante: en esta y en la otra vida.

    Brillante, Ricardo.

    Un abrazo.

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  4. María: así es. El pobre viejo se fue arregladito para el otro mundo.
    Besos.

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  5. Imágenes fuertes, impregnadas de tristeza y un realismo crudo, muy gráfico.
    Lo describes de tal manera que se perciben hasta los olores.
    Muy bueno, Ricardo.
    Un abrazo amigo.

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  6. Juglar: gracias por tu encomiable opinión, tan gráfica también. Es curios que destaques que en el micro se perciban los olores, no sé si los malos o los buenos que despide el muerto. Me alegro de que te haya gustado.
    Abrazos amigos igualmente.

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