martes, 24 de agosto de 2010

Odradek

Entro en una ferretería y pido un odradek. Tras unos segundos de duda, el dependiente revuelve en unos cajones atestados de cachivaches y extrae un objeto imposible de describir. Con sorpresa, pago rápidamente y voy corriendo hasta mi casa, donde, en una caja de zapatos, lo guardo a la espera del día en que se desvanezca del todo el asombro que me produce saber que poseo un sueño, una quimera, algo que no puede ser.

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