domingo, 27 de marzo de 2011

Linda Elegant

El micro que os traigo hoy es simplemente la descripción de una escena, en la que aparentemente no ocurre nada. Parece como si la autora hubiera querido aplicar la teoría de Hemingway acerca de la construcción de un relato, atendiendo más a lo que se insinúa que a lo que se cuenta. Y es cierto que en ocasiones los relatos se sobredimensionan por lo que ocultan. En este caso, además, un elemento que realza la escena es el propio marco en el que se encuadra -¿Nueva York?-, dándole así una mayor dosis de inverosimilitud a una acción que en otro lugar tal vez  se quedaría en mera anécdota. En fin, espero que, si no lo habéis leído, os guste tanto como a mí.


Una mañana temprano de domingo iba bajando por la calle Stanton cuando vi, a pocos metros delante de mí, una gallina. Yo caminaba más deprisa, así que pronto le di alcance. A la altura de la Avenida Dieciocho, estaba casi encima de ella. En la Dieciocho, la gallina giró en dirección sur. Al llegar a la cuarta casa se metió por el camino de entrada, subió los escalones del porche dando saltitos y picoteó con decisión sobre la puerta metálica. Momentos después, la puerta se abrió y la gallina entró.

(Edición de Paul Auster: Creía que mi padre era Dios. Relatos verídicos de la vida americana. Anagrama. 2002)

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